La reciente revelación del presunto vínculo entre Binance y World Liberty Financial (WLF), empresa asociada a la familia Trump, ha desatado una fuerte polémica en el ecosistema cripto y político estadounidense. Según Bloomberg, Binance no solo habría desarrollado el código de la stablecoin USD1, sino que también promovió y participó en su primera gran operación. Este nivel de implicación sugiere algo más profundo que una simple colaboración técnica. La conexión directa con una figura política tan influyente como Donald Trump levanta sospechas sobre posibles favoritismos, mientras la industria lucha por una regulación clara y equitativa.
La operación más destacada involucra una inversión de 2,000 millones de dólares por parte de MGX, una firma de Abu Dabi, canalizada a través de USD1. Lo llamativo es que el 90% de los fondos de esa transacción permanecen aún en billeteras de Binance, generando —según estimaciones— millones en intereses para WLF y la familia Trump. Este tipo de concentración de capital en una plataforma específica no solo plantea riesgos de centralización, sino también interrogantes sobre transparencia y uso de influencia política para favorecer negocios propios.
El contexto legal tampoco ayuda a despejar las dudas. Changpeng «CZ» Zhao, exCEO de Binance, ya enfrentó cargos penales en EE.UU. y actualmente busca un indulto presidencial por parte de Trump. Este dato no menor suma tensión al entramado, ya que un perdón presidencial permitiría a CZ retomar el control de operaciones en el sector cripto estadounidense. El hecho de que Binance haya estado involucrado en una transacción tan significativa con una moneda impulsada por los Trump, en medio de este proceso legal, parece más que una simple coincidencia.
La influencia política detrás de USD1 es evidente. Trump ha promovido públicamente el uso de criptomonedas como parte de su campaña, y su involucramiento con iniciativas como WLF y su memecoin «Official Trump» refleja un intento deliberado de adueñarse del discurso procripto. Ahora, mientras el Congreso debate leyes clave como la Ley GENIUS —que busca regular las stablecoins—, muchos legisladores expresan su preocupación por un posible uso de políticas públicas para beneficiar proyectos ligados directamente al expresidente.
Finalmente, esta situación deja al descubierto un vacío regulatorio en la intersección entre política y tecnología financiera. Mientras se define el futuro de las stablecoins en EE.UU., el caso Binance–WLF podría marcar un antes y un después en cómo se evalúan los conflictos de interés dentro del ecosistema cripto. Si bien esta colaboración podría interpretarse como una jugada visionaria de posicionamiento estratégico, también podría convertirse en un ejemplo de cómo no deben entrelazarse los negocios privados con la esfera pública.
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