En un entorno de creciente tensión geopolítica, Bitcoin ha demostrado una resiliencia notable, desafiando las predicciones de una caída abrupta. A pesar de la posibilidad de un cierre del estrecho de Ormuz por parte de Irán y la participación activa de Estados Unidos en Medio Oriente, el mercado reaccionó con calma. BTC repuntó desde los USD 98,000 —nivel asociado al costo base de los holders de corto plazo— hasta estabilizarse sobre los USD 102,000. Este comportamiento sugiere que los inversores están valorando el conflicto como una amenaza localizada, más que un catalizador de una crisis global.
El análisis técnico también refuerza este optimismo. Traders como Merlijn identificaron un patrón de “cabeza y hombros inverso”, generalmente interpretado como un presagio de recuperación. Daan Crypto Trades, por su parte, destacó la apertura de una brecha de CME cercana a los USD 4,000, una anomalía que históricamente tiende a llenarse en los primeros días de la semana. Este fenómeno, de completarse, podría catapultar el precio del BTC hasta los USD 104,000, consolidando un rebote técnico respaldado por datos del mercado de futuros.
Entre las ventajas de este escenario destaca la creciente confianza de los inversores frente a escenarios bélicos. Firmas como QCP Capital detectaron una disminución en la volatilidad de corto plazo y una compresión en las primas de opciones, señales que sugieren un consenso entre los traders de que la situación actual no escalará a un conflicto de mayores proporciones. Además, Kalshi proyecta un 92% de probabilidad de que la diplomacia entre EE. UU. e Irán tome forma en el próximo mes, lo cual favorece una narrativa de estabilización para los activos de riesgo como Bitcoin.
Sin embargo, los riesgos siguen latentes. Si la situación se agrava de forma inesperada, el mercado podría enfrentarse a una sacudida repentina. A pesar del optimismo aparente, el sesgo bajista en las opciones de venta se mantiene elevado hasta septiembre, lo que indica que una parte del mercado aún se protege frente a un posible giro negativo. El retroceso reciente del petróleo y del oro, aunque interpretado como una señal de calma, también puede reflejar una sobreconfianza que ignora los efectos a largo plazo de las tensiones geopolíticas.
Bitcoin vuelve a confirmar su papel como termómetro del apetito por el riesgo en los mercados. Lejos de desplomarse, la criptomoneda líder capitalizó el temor inicial y avanzó hacia niveles clave, como si el mercado se preparara para un nuevo ciclo alcista. El comportamiento de los futuros de la CME y el retorno del optimismo técnico podrían ser indicios de un movimiento más amplio. Esta semana será decisiva: si Bitcoin logra consolidarse por encima de los USD 104,000, podría marcar el inicio de una fase de recuperación sostenida en medio del caos global.
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