Recientemente, el presidente Donald Trump ordenó la detención de la producción de centavos, destacando que su fabricación representa un despilfarro innecesario de recursos del gobierno. En su mensaje en Truth Social, Trump subrayó que la creación de estas monedas, que cuestan más de 2 centavos por unidad, no solo es ineficiente, sino también un último para el presupuesto nacional. Este enfoque podría abrir un debate más amplio sobre los costos asociados con la acuñación de dinero físico y la creciente relevancia de los pagos electrónicos.
La propuesta de Trump ha generado incertidumbre sobre la autoridad del presidente para implementar dicha decisión, dado que, según la Constitución de Estados Unidos, el poder de acuñación es exclusivo del Congreso. Sin embargo, algunos analistas sugieren que la suspensión de la producción de centavos podría pasar una revisión judicial, lo que resultaría en una escasez de monedas de 1 centavo. Este posible desabastecimiento generaría complicaciones para los comerciantes, que podrían enfrentarse a mayores costos por el suministro de monedas, afectando así la cadena de pagos tradicional.
El costo de producción de un centavo ha superado su valor nominal por 19 años consecutivos. En 2024, la Casa de la Moneda de Estados Unidos gastó 3,69 centavos por cada moneda acuñada, un gasto significativamente mayor al valor de la moneda. Este desajuste económico ha sido un tema recurrente en los debates sobre la eficiencia de mantener la acuñación de monedas de bajo valor, especialmente cuando su fabricación se vuelve más costosa que los beneficios que aporta a la economía en general. Los detractores argumentan que esta es una señal clara de que la modernización del sistema monetario es inevitable.
Esta movida de Trump podría catalizar el impulso hacia una economía más digitalizada. El analista de Wall Street Jaret Seiberg señala que la suspensión de los centavos podría aumentar la demanda de soluciones de pago electrónico, beneficiando a empresas como Visa, Mastercard y otras redes de pagos en tiempo real. Los consumidores y comerciantes podrían verse más inclinados a adoptar tecnologías de pago sin contacto, eliminando gradualmente la necesidad de monedas físicas, lo que impulsaría la transición hacia una sociedad sin efectivo.
En el ámbito de las criptomonedas, esta decisión podría tener implicaciones aún mayores. A medida que los pagos electrónicos ganan terreno, el uso de criptoactivos como Bitcoin, Ethereum y otros tokens podría fortalecerse, proporcionando una alternativa a las monedas tradicionales. Si bien las criptomonedas aún enfrentan desafíos regulatorios y de adopción, el enfoque hacia pagos digitales podría acelerar la aceptación de estas monedas descentralizadas, especialmente en contextos donde la moneda fiduciaria se ve como ineficiente o costosa de mantener.
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