La reciente postura de Jane Fraser, directora ejecutiva de Citi, destaca un cambio estructural en la forma en que los mercados globales podrían operar en los próximos años. Al afirmar que “la tokenización digitaliza mercados enteros”, subraya un proceso donde activos como bienes raíces, bonos corporativos o materias primas pueden fraccionarse y transferirse mediante blockchain. Este enfoque no sólo reduce intermediarios, sino que mejora la velocidad de liquidación, ejemplificado por pilotos de Citi donde transacciones transfronterizas que antes tardaban dos días ahora se completan en segundos gracias a libros distribuidos programables.
El interés institucional en la tokenización también refleja una búsqueda de mayor eficiencia operativa. Bancos globales han probado sistemas donde los tokens representan depósitos digitales que pueden moverse entre filiales internacionalmente sin pasar por cámaras de compensación tradicionales. Por ejemplo, un bono del Tesoro tokenizado permite automatizar pagos de cupones mediante contratos inteligentes, reduciendo errores y costos administrativos. El análisis de Citi sugiere que estos mecanismos podrían liberar miles de millones de dólares actualmente retenidos en procesos de conciliación manual.
Sin embargo, la transición hacia la tokenización no está exenta de desafíos. La interoperabilidad entre redes blockchain privadas y públicas sigue siendo una preocupación clave, así como la regulación en distintas jurisdicciones. Un banco que tokeniza una línea de crédito debe garantizar que los tokens mantengan equivalencia legal con los instrumentos financieros tradicionales. Además, la custodia digital plantea preguntas sobre responsabilidad en caso de fallos de ciberseguridad, obligando a las instituciones a invertir en infraestructura resistente y certificaciones avanzadas.
Los beneficios potenciales para los mercados emergentes son especialmente relevantes. La tokenización puede permitir acceso fraccionado a activos previamente inaccesibles, como fondos inmobiliarios internacionales, fortaleciendo la inclusión financiera. Un ejemplo práctico es la posibilidad de que inversionistas minoristas adquieran porciones tokenizadas de proyectos energéticos globales con mínima fricción. No obstante, existe el riesgo de que una adopción prematura sin educación financiera adecuada exponga a los usuarios a volatilidad tecnológica o estructuras poco transparentes.
A medida que gigantes financieros como Citi avanzan en pilotos y desarrollos regulatorios, la industria se encamina hacia una infraestructura híbrida donde activos tradicionales y digitales coexistirán. La visión de Fraser sugiere una economía donde la transferencia de valor sea más ágil, programable y globalmente accesible. Aunque aún se requieren estándares comunes y mayor claridad normativa, el movimiento coordinado de las principales instituciones del mundo indica que la tokenización no es una tendencia pasajera, sino un proceso que redefinirá la arquitectura financiera internacional en la próxima década.
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