En un sorprendente giro de eventos, Barbara Furlow-Smiles, ex ejecutiva de diversidad de Facebook, se declaró culpable de orquestar un elaborado esquema para robar más de 4 millones de dólares de la gigante red social.
Furlow-Smiles, quien lideró programas clave de diversidad, equidad e inclusión, admitió haber desviado fondos para financiar un estilo de vida lujoso en California y Georgia. Este escándalo destapa no solo una traición a la confianza de Facebook, sino también un abuso de poder en la gestión de programas sensibles.
La ex ejecutiva utilizó artimañas para desviar fondos, haciendo que Facebook pagara por bienes y servicios inexistentes. Sobornando a individuos, desde amigos hasta estilistas, Furlow-Smiles canalizó el dinero hacia cuentas vinculadas a sus tarjetas de crédito de Facebook.
Este elaborado plan incluyó la presentación de informes de gastos fraudulentos, falsamente alegando que estos asociados estaban trabajando en programas y eventos para la empresa, desviando así la atención de los cargos indebidos.
El alcance de la estafa revela una red de complicidad que involucra a amigos, familiares, e incluso antiguos pasantes.
Esta situación plantea preguntas sobre los protocolos internos de Facebook en cuanto a la supervisión y verificación de transacciones. La empresa, aunque cooperativa en la investigación, enfrenta críticas sobre la eficacia de sus mecanismos de control interno.