Los reguladores federales de Estados Unidos —la Oficina del Contralor de la Moneda (OCC), la Corporación Federal de Seguro de Depósitos (FDIC) y la Reserva Federal (FRB)— han emitido en abril de 2025 una guía revisada que marca un giro crucial en la relación entre la banca tradicional y los criptoactivos. Este nuevo marco normativo permite a los bancos custodiar criptomonedas como Bitcoin (BTC) y Ethereum (ETH) sin requerir una aprobación previa, siempre y cuando cumplan con normativas estrictas de gestión de riesgos. Este avance representa una restauración de la flexibilidad regulatoria que los bancos poseían antes de las restricciones impuestas entre 2021 y 2022.
El impacto de esta decisión se proyecta más allá del ámbito bancario: podría redefinir la estructura de participación institucional en la economía digital. La eliminación de las cartas restrictivas anteriores por parte de los tres entes reguladores deja atrás un enfoque fragmentado y rígido. Ahora, la supervisión de actividades cripto por parte de la Reserva Federal se integrará a los procesos habituales, lo que reduce la burocracia y facilita una implementación más ágil. Esto otorga a las entidades bancarias una autonomía renovada para diversificar sus servicios y adaptarse con mayor dinamismo al entorno criptofinanciero.
Uno de los beneficios inmediatos de esta medida es la expectativa de un aumento significativo en la inversión institucional. Fondos de cobertura, gestores patrimoniales y corporaciones con grandes reservas podrían sentirse más seguros al trabajar con bancos regulados que ofrezcan custodia de activos digitales. De hecho, el simple acceso a estos servicios dentro de estructuras bancarias tradicionales podría estimular la adopción de criptomonedas en sectores que hasta ahora habían sido cautelosos, como el inmobiliario o el industrial. En paralelo, se espera un impulso a la liquidez del mercado, al facilitarse el flujo de capital desde canales tradicionales hacia el entorno blockchain.
Sin embargo, esta apertura también conlleva desafíos importantes. Los bancos deberán fortalecer su infraestructura tecnológica, contratar expertos en ciberseguridad y actualizar sus sistemas de cumplimiento para mitigar riesgos operacionales y legales. A pesar de las ventajas, el ecosistema cripto sigue enfrentando volatilidad, ataques cibernéticos y vacíos normativos en áreas como DeFi. La presión por cumplir con estándares de protección al consumidor, transparencia y trazabilidad será crucial para sostener la credibilidad institucional en esta nueva etapa de integración.
Históricamente, cuando los reguladores han permitido mayor libertad bajo marcos de cumplimiento claros, la innovación financiera ha florecido. Como señaló Brian Brooks, ex contralor interino de la moneda, ofrecer custodia de criptomonedas es una evolución lógica de las funciones bancarias tradicionales. Si bien este cambio no garantiza una transición sin obstáculos, sí abre un camino prometedor hacia una convergencia entre las finanzas tradicionales y el mundo cripto, que podría definir el futuro del sistema financiero global.
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