Durante gran parte de 2025, los mercados financieros internacionales se habían volcado en una tendencia clara: apostar contra el dólar estadounidense. Fondos de cobertura, bancos y operadores institucionales habían impulsado estrategias basadas en la expectativa de una divisa más débil, confiando en que los recortes de tasas y la desaceleración económica limitarían su avance. Sin embargo, el panorama cambió abruptamente en las últimas semanas, cuando el billete verde alcanzó su nivel más alto en dos meses, desafiando las predicciones de debilitamiento.
La fortaleza reciente del dólar refleja una combinación de factores macroeconómicos. A pesar del cierre parcial del gobierno estadounidense, los inversionistas parecen refugiarse en la moneda como activo seguro ante la incertidumbre política global. En paralelo, los rendimientos de los bonos del Tesoro continúan atrayendo capital extranjero, especialmente de Asia y Europa, donde las tasas de interés se mantienen estables o a la baja. Este flujo constante de dinero hacia activos denominados en dólares ha reforzado su posición dominante.
En los mercados de opciones, los fondos de cobertura están apostando a que esta tendencia se mantendrá al menos hasta finales de año. Los contratos que reflejan expectativas alcistas sobre el dólar han crecido con fuerza, mientras que las posiciones cortas se reducen de manera acelerada. Esto sugiere un cambio en la percepción de riesgo: lo que antes era visto como una oportunidad de venta ahora se interpreta como una posible trampa para los especuladores que subestimaron la resiliencia del dólar frente a sus pares.
Entre los pros de esta recuperación destaca la estabilidad que el dólar aporta al comercio internacional, especialmente en un contexto de tensiones geopolíticas y desaceleración en Europa. Sin embargo, también hay efectos secundarios: una divisa fuerte encarece las exportaciones estadounidenses y puede afectar los márgenes de las empresas que dependen de ventas externas. Para economías emergentes, además, el fortalecimiento del dólar incrementa la carga de deuda denominada en esa moneda, presionando sus balanzas fiscales.
De cara al cierre de 2025, el mercado parece inclinarse por una visión más prudente. La aparente fortaleza del dólar podría sostenerse si la Reserva Federal mantiene un tono restrictivo, pero bastaría una señal de recorte en las tasas o un deterioro en los indicadores de empleo para revertir la tendencia. Por ahora, el mensaje es claro: subestimar al dólar, incluso en tiempos de incertidumbre, sigue siendo una jugada arriesgada en el tablero financiero global.
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