Las últimas proyecciones del Fondo Monetario Internacional para 2025 señalan que la economía estadounidense mantendrá un crecimiento moderado, sustentado por el gasto del consumidor y una reactivación empresarial selectiva. Aunque esta noticia puede parecer alentadora, el informe subraya que este repunte será limitado si persisten las tensiones comerciales. Ejemplos como las disputas entre EE. UU. y China o los recientes aranceles al acero europeo demuestran cómo estos factores pueden ralentizar el comercio y encarecer la producción, afectando el PIB nacional e incluso la confianza del consumidor.
Las guerras comerciales y la imposición de aranceles siguen siendo una amenaza latente para la estabilidad global. El FMI advierte que estas prácticas proteccionistas, aunque en el corto plazo pueden beneficiar a sectores específicos, provocan aumentos de precios y distorsiones en las cadenas de suministro. Empresas como Apple o Tesla han experimentado retrasos y sobrecostos debido a estas fricciones. El informe sugiere que, sin un enfoque diplomático y cooperativo entre las principales potencias, el crecimiento global corre el riesgo de estancarse, afectando también a los mercados más frágiles.
En el plano monetario, se proyecta que la Reserva Federal mantendrá tasas de interés bajas como medida para contrarrestar una economía que aún se recupera del impacto inflacionario post-pandemia. Esta política de estímulo podría traducirse en mayores facilidades de crédito para hogares y empresas, como la obtención de hipotecas a bajo interés o financiamiento más accesible para pymes. Sin embargo, el riesgo está en mantener esas tasas demasiado tiempo: podría incentivar burbujas de activos y aumentar la deuda privada, lo que generaría vulnerabilidad financiera a mediano plazo.
Otro punto clave del informe es la estabilización de la inflación, que brindaría un alivio muy necesario a consumidores golpeados por años de precios volátiles. En sectores como la alimentación y la energía, la desaceleración de la inflación podría reflejarse en una mayor capacidad de ahorro para las familias y una mejor planificación presupuestaria. No obstante, este equilibrio será frágil si no se controla el gasto público o si surgen nuevas presiones inflacionarias como conflictos geopolíticos o escasez de materias primas esenciales.
Finalmente, la recuperación económica mundial es descrita por el FMI como desigual, destacando que mientras algunas economías desarrolladas avanzan con firmeza, otras –principalmente mercados emergentes– enfrentan desafíos estructurales. Sin embargo, países como India, Vietnam y Brasil están mostrando signos de resiliencia gracias a reformas internas y diversificación económica. Esta dicotomía plantea un reto: ¿cómo coordinar políticas globales que impulsen un crecimiento inclusivo? La respuesta, según el FMI, radica en la cooperación multilateral y en el fortalecimiento de instituciones que promuevan inversiones sostenibles y equitativas.
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