En un giro sorprendente de eventos, el Fondo Monetario Internacional (FMI) parece estar reevaluando su postura respecto a las criptomonedas. Tras sugerir anteriormente una postura restrictiva, el organismo multilateral ahora postula que prohibir estas monedas digitales podría no ser la decisión más acertada. Este cambio de perspectiva, como se refleja en un informe reciente centrado en el uso de criptomonedas en América Latina y el Caribe, evidencia una tendencia creciente hacia la adopción regulada de criptoactivos en lugar de una prohibición completa.
El FMI reconoce las ventajas que las criptomonedas pueden ofrecer a las economías emergentes. Entre los beneficios más destacados se encuentran la protección frente a la incertidumbre macroeconómica, la promoción de la inclusión financiera y la facilitación de pagos más rápidos. A pesar de los riesgos asociados, como la volatilidad del valor y los desafíos de la regulación, la capacidad de las criptomonedas para estimular el crecimiento económico y la inclusión financiera parece ser un factor determinante en esta nueva postura del FMI.
Paralelamente, el FMI destaca el interés creciente en América Latina por las monedas digitales de los bancos centrales (CBDC), una alternativa digital a las monedas tradicionales emitidas por los bancos centrales. Las CBDC se perciben como un medio para mejorar la resiliencia en comunidades vulnerables a desastres naturales y promover la inclusión financiera en áreas remotas. Este movimiento es particularmente notorio en Brasil, la economía más grande de la región, que tiene planes para lanzar una CBDC en 2024.
Sin embargo, la adopción de criptomonedas no está exenta de desafíos, especialmente en lo que respecta a su integración en las economías locales. Un ejemplo de ello es Argentina, donde el banco central ha restringido el uso de criptomonedas prohibiendo su oferta en las plataformas de pago nacionales. Incluso en El Salvador, pionero en otorgar a Bitcoin el estatus de moneda de curso legal, se enfrenta a obstáculos para su adopción generalizada.
Aunque el FMI ha mostrado una mayor apertura hacia las criptomonedas, aún se requiere un enfoque cauteloso y regulado. La capacidad de las criptomonedas para promover la inclusión financiera y proteger contra la incertidumbre económica no puede ignorarse. Sin embargo, es igualmente crucial abordar los desafíos regulatorios y de seguridad asociados. Los países que busquen adoptar criptomonedas o CBDC deben considerar cuidadosamente tanto los beneficios potenciales como los riesgos inherentes.
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