El “Big Beautiful Bill” ha encendido un feroz debate en Estados Unidos, no por su volumen legislativo, sino por la inclusión de un impuesto del 5% a las transferencias de dinero al extranjero. Aunque fue aprobado en la Cámara de Representantes, la medida ha sido calificada por expertos como una amenaza directa a la privacidad financiera y a la libertad de los ciudadanos. El impacto sobre las criptomonedas es aún más inquietante: los exchanges como Binance o Coinbase estarían obligados a actuar como agentes de recaudación, colocando a las plataformas en una posición comprometida frente a sus usuarios.
Uno de los puntos más polémicos es que la ley permite evitar el impuesto si se utiliza un proveedor verificado por el Tesoro, pero esto implica compartir información personal sensible. Este requisito ha generado fuertes críticas desde Coin Center, que lo describe como un «sistema de vigilancia masiva». Para quienes operan en el ecosistema cripto, donde la descentralización y privacidad son pilares fundamentales, esta normativa representa un giro drástico. El director de Coin Center, Peter Van Valkenburgh, lo comparó con un sistema de “papeles por favor”, donde ejercer tus derechos financieros te obliga a revelar tu identidad.
En teoría, los monederos sin custodia —que permiten a los usuarios controlar sus fondos sin intermediarios— estarían exentos del impuesto. Sin embargo, esta exención aún no está claramente definida, ya que la Oficina para la Protección Financiera del Consumidor no ha especificado si las criptomonedas se consideran “fondos” bajo la Ley de Transferencias Electrónicas. Esta ambigüedad legal deja espacio para interpretaciones peligrosas. El vacío también podría alentar el uso de plataformas sin custodia, pero eso podría provocar una reacción aún más dura del Tesoro, que podría imponer controles adicionales.
Coin Center propone medidas para contener el impacto de esta regulación, como excluir a desarrolladores de software y mineros de ser considerados “proveedores de remesas”. También sugiere utilizar tecnologías de privacidad que permitan verificar la ciudadanía sin comprometer datos personales. No obstante, muchos ven esta propuesta legislativa como un retroceso frente a avances recientes, como la Ley GENIUS sobre stablecoins. La comunidad cripto teme que, bajo la fachada de control fiscal, se oculte un intento de someter al ecosistema descentralizado a un mayor control gubernamental.
Pero más allá del criptoespacio, el proyecto genera temor sobre su impacto macroeconómico. Economistas como Peter Schiff lo consideran una “bomba de deuda”, advirtiendo que este tipo de políticas perpetúan el debilitamiento del dólar y podrían desencadenar una crisis soberana. El congresista Thomas Massie fue uno de los pocos republicanos que votó en contra, denunciando que esta ley acelera el rumbo hacia una catástrofe financiera. Con una deuda que podría alcanzar los 30 billones de dólares, y una carga de intereses de 16.000 dólares por familia, muchos ven en este proyecto una amenaza latente tanto para las finanzas individuales como para el futuro económico de Estados Unidos.
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