La SEC retrocede y las criptomonedas ganan terreno: ¿fin de una era de persecución?

La reciente retirada de la SEC en sus disputas legales contra gigantes de las criptomonedas como Ripple, Coinbase y Kraken marca un giro drástico en la postura regulatoria de Estados Unidos. Este inesperado viraje, reconocido por el propio ex presidente Gary Gensler, muestra una notable inconsistencia institucional, generando una mezcla de alivio e incertidumbre en el ecosistema cripto. La renuncia a apelar en el caso Ripple, una batalla que dura años, sugiere que incluso los reguladores han comenzado a reconocer la solidez legal de ciertas plataformas blockchain. Este movimiento, sin precedentes en su rapidez, podría abrir las puertas a una nueva etapa de legitimación.

Por un lado, el fin de estas batallas legales otorga mayor confianza a inversores institucionales y minoristas, consolidando a empresas como Coinbase y Ripple como actores confiables. La desestimación de los cargos permite a estas plataformas operar con mayor libertad, potenciando la innovación tecnológica y la adopción masiva. Como ejemplo, Ripple ya ha anunciado nuevas alianzas con bancos internacionales, ahora sin la sombra regulatoria. No obstante, el retroceso también deja una pregunta inquietante: ¿fue la cruzada legal un error estratégico desde el inicio? El costo económico, de reputación y de oportunidad podría haber sido evitable con una regulación más proactiva y menos reactiva.

Gary Gensler, aunque reacio a comentar sobre casos particulares, insistió en que el mercado cripto se mueve en su mayoría por “sentimiento”. Esta afirmación, aunque no infundada, minimiza los avances técnicos y de adopción real que muchas blockchains han logrado. Si bien es cierto que los activos basados ​​únicamente en publicidad y especulación tienden a colapsar, también lo es que proyectos sólidos como Ethereum, Solana o Cardano cuentan con comunidades desarrolladoras, casos de uso y gobernanzas descentralizadas. Desestimar todo un mercado bajo un argumento emocional podría reflejar una desconexión entre el regulador y la evolución real del ecosistema digital.

Un punto interesante de la entrevista fue la excepción que Gensler hizo con Bitcoin, al que reconoció como un activo respaldado por un interés “real”. Esto no solo contrasta con su narrativa anterior, sino que también valida, en parte, los esfuerzos de quienes han luchado por la aceptación institucional del criptoactivo más importante del mundo. La aprobación de ETF basados ​​en Bitcoin es prueba de esta legitimación, que ha llevado a grandes firmas como BlackRock o Fidelity a participar en el mercado. Sin embargo, este doble discurso —donde se demoniza el mercado en general, pero se legitima a Bitcoin— también genera desconfianza.

La retirada de la SEC de sus pleitos contra empresas clave es un mensaje potente: la regulación debe adaptarse y dialogar con el avance tecnológico, no intentar frenarlo por la fuerza. Si bien es necesario establecer marcos claros para proteger a los consumidores, la estrategia de “regular mediante demandas” ha demostrado ser costosa e ineficiente. El espacio cripto ha ganado una batalla, pero la guerra regulatoria aún no ha terminado. El reto ahora está en crear reglas equitativas, transparentes y modernas, que impulsan el crecimiento sin criminalizar la innovación.

Salir de la versión móvil