La reciente controversia que involucra a Linqto ha sacudido al ecosistema financiero privado, generando preocupación entre inversores que creían poseer acciones directas de Ripple. El CEO de Ripple, Brad Garlinghouse, intervino para esclarecer la situación, enfatizando que su empresa nunca vendió acciones directamente a Linqto ni tuvo una relación comercial formal con la plataforma. Linqto adquirió 4.7 millones de acciones exclusivamente en mercados secundarios, lo que evidencia una distancia operacional y legal entre ambas compañías. Esta puntualización busca proteger la reputación de Ripple y separar responsabilidades en un contexto de investigación federal.
Las acusaciones contra Linqto son graves: presunto fraude por inflar precios hasta en un 60 %, venta de acciones sin divulgación clara y estructura opaca de más de 500 entidades SPV utilizadas para canalizar inversiones. Según documentos internos, los usuarios no habrían poseído acciones reales, sino “unidades representativas”, lo cual podría equivaler a una simulación jurídica. La SEC y el Departamento de Justicia investigan posibles violaciones a la ley de valores. Mientras tanto, la plataforma ha cesado operaciones y muchos inversores han quedado atrapados sin acceso a sus fondos, lo que amenaza con terminar en una bancarrota inminente.
Garlinghouse fue enfático al diferenciar entre las acciones privadas de Ripple y el token XRP, advirtiendo que ambas son entidades totalmente distintas. Esta aclaración es crucial para evitar malentendidos dentro de la comunidad cripto, ya que XRP continúa operando en mercados digitales, mientras que las acciones en disputa se refieren a la participación en la compañía Ripple Labs. La estrategia de Garlinghouse busca contener el daño reputacional y reforzar la narrativa de que Ripple no tiene control ni conocimiento detallado sobre las operaciones internas de Linqto.
Uno de los puntos positivos para los inversores —según Garlinghouse— es que las acciones en manos de Linqto han ganado valor con el tiempo, lo cual podría traducirse en beneficios futuros para quienes poseen esas “unidades representativas”. Sin embargo, esto depende en gran medida del desenlace legal del caso y de cómo Linqto gestione la restitución de activos. El comentario del CEO también apunta a preservar la confianza en el potencial de Ripple como empresa, en medio de una situación que, aunque ajena, amenaza con salpicar su credibilidad.
La caída de Linqto representa un duro golpe para las plataformas que prometen democratizar la inversión en mercados privados. Aunque su propuesta era ambiciosa, su falta de transparencia y regulación ha encendido alertas en todo el sector. Para Ripple, este episodio representa una oportunidad para diferenciarse claramente del modelo opaco de intermediarios como Linqto, reforzando la transparencia y la claridad legal en sus operaciones. A medida que se aclara el panorama legal, el mensaje de Ripple es claro: sus acciones no son XRP, y su compromiso con la integridad empresarial se mantiene intacto.
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