El Banco de Japón ha anunciado un programa piloto de tres años para explorar la posibilidad de lanzar una moneda digital del banco central (CBDC), conocida como yen digital. Este movimiento busca transformar la forma en que las personas realizan pagos en sus actividades diarias y convertir a las CBDC en una corriente principal en Japón. Si se logra un lanzamiento exitoso, Japón se convertiría en una de las primeras economías importantes en emitir una CBDC.
En los últimos años, el Banco de Japón ha llevado a cabo pruebas de concepto para evaluar el potencial práctico de las monedas digitales del banco central. Durante la fase uno del programa piloto, que se llevó a cabo de abril de 2021 a marzo de 2022, se realizaron pruebas con 100,000 usuarios que realizaron transacciones a través de intermediarios. La fase dos, que se extiende hasta marzo de 2023, involucra la creación de un libro mayor compartido basado en tokens para explorar características adicionales y desafíos potenciales.
La introducción de un yen digital podría tener un impacto significativo en la economía japonesa. Se estima que para 2030, se podrían llegar a circular hasta $5 billones de CBDC en las principales economías del mundo, con más de mil millones de usuarios que utilizan tecnología blockchain en su vida cotidiana. Japón se encuentra entre más de 114 países que están considerando activamente la implementación de una CBDC, y se espera que otros países como China, India y Australia sigan sus pasos.
A diferencia de las criptomonedas descentralizadas, las CBDC mantendrían el control del banco central sobre la política monetaria. Esto les permitiría regular y ajustar la oferta monetaria según sea necesario. Aunque las criptomonedas ofrecen anonimato, también son conocidas por su alta volatilidad. Las CBDC ofrecerían un medio de intercambio más estable y controlado por parte de las autoridades monetarias.
El lanzamiento de un yen digital en Japón abre las puertas a un nuevo capítulo en la adopción de las CBDC a nivel mundial. Esta iniciativa podría impulsar la innovación financiera, agilizar los pagos y promover la inclusión financiera. A medida que más países se sumen a la carrera por desarrollar sus propias CBDC, es importante considerar los beneficios potenciales y los posibles desafíos que conlleva esta transición hacia un sistema financiero digital.
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