En una jugada estratégica que sacudió el panorama regulatorio estadounidense, el presidente Donald Trump firmó una resolución que elimina una norma fiscal impuesta durante la administración Biden. Esta disposición obligaba a los protocolos DeFi —como intercambios descentralizados y plataformas peer-to-peer— a reportar ingresos brutos y datos personales de los usuarios al Servicio de Impuestos Internos (IRS). Con esta firma, la Casa Blanca lanza una señal clara: fomentar la innovación cripto sin el exceso de burocracia. El respaldo de figuras clave como David Sacks refuerza el giro proactivo de Trump hacia las finanzas descentralizadas.
Esta decisión representa una victoria significativa para el ecosistema criptográfico, especialmente para los desarrolladores y usuarios de plataformas como Uniswap, Aave o Curve. Bajo la norma derogada, estas plataformas habrían tenido que rediseñar sus sistemas para recolectar información de sus usuarios, algo contrario a su filosofía descentralizada. Por ejemplo, un protocolo que opera con contratos inteligentes anónimos se habría enfrentado a una disyuntiva técnica y legal: adaptar su código o cerrar sus operaciones en EE. UU. UU. Ahora, esta presión se disipa, incentivando la permanencia y expansión de estos servicios en el país.
Sin embargo, la decisión no está exenta de riesgos. Al eliminar esta obligación de transparencia, también se abren grietas para la evasión fiscal y el uso indebido de estas plataformas. Los críticos argumentan que sin un marco de informes, el IRS pierde visibilidad sobre millas de millones de dólares en transacciones criptográficas. Casos como el de Tornado Cash, donde se facilitó el lavado de activos, se convierten en ejemplos recurrentes que alimentan el debate sobre la necesidad de algún tipo de regulación equilibrada. El desafío será garantizar libertad sin sacrificar seguridad ni legalidad.
Desde el punto de vista económico, esta decisión podría atraer nuevamente a desarrolladores de Web3 que emigraron hacia jurisdicciones más amigables, como Suiza o Singapur. La derogación de la norma puede funcionar como una señal de “bienvenida” para startups cripto y fintechs que deseen operar sin temor a sanciones o requisitos difíciles de cumplir. Además, impulsa la narrativa de Estados Unidos como una nación competitiva en el campo emergente de las finanzas descentralizadas, alineándose con su legado de innovación tecnológica y liderazgo económico.
En términos políticos, Trump capitaliza un movimiento creciente entre votantes jóvenes e inversores cripto que ven con desconfianza el exceso regulatorio. La medida puede marcar un antes y un después en su estrategia electoral, al posicionarse como el defensor de la libertad financiera y de la tecnología emergente. Con esta decisión, no solo se fortalece su imagen ante la comunidad tecnológica, sino que también lanza un mensaje claro: en su gobierno, las DeFi no serán criminalizadas, sino potenciadas. El resultado: una nueva era de oportunidades, pero también de desafíos regulatorios.
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